Volante para la campaña de elección de McCarthy al Senado
“Joe McCarthy fue artillero de cola en la Segunda Guerra Mundial. Cuando comenzó la guerra Joe ocupaba un apacible puesto de juez por 8 mil dólares al año. Estaba exceptuado de los deberes militares. Renunció a su cargo para alistarse como soldado raso y en la infantería de marina. Peleó por tierra y aire a través de todo el Pacífico. Él y millones de otros tipos evitaron que Ud. hablara japonés. Hoy Joe McCarthy esta en la patria. Quiere servir a Norteamérica desde el Senado. Sí amigos: el Congreso necesita un artillero de cola. Ahora que reina la confusión en Winsconsin, Norteamérica necesita luchadores. Los hombres que pelearon en un suelo extraño para salvar a Norteamérica se ha ganado el derecho de servir a Norteamérica.”
Pedido de firmas
A comienzos de la década del ´50, un periodista del diario “Capital Times” de Winsconsin (Estado por el que era senador McCarthy) tuvo la idea de redactar, en forma de petitorio al gobierno, un documento que contenía un fragmento de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos , así como los seis primeros artículos de la Declaración de Derechos , ambos textos contemporáneos al nacimiento de la nación. Sumó a esto la XV enmienda a la Constitución, que garantizaba iguales derechos para todas las personas, sin distinción de raza, credo o nacionalidad. El 4 de julio, aniversario de la independencia de los EEUU, en la plaza principal de la capital, donde una multitud festejaba, comenzó a hacer circular el documento solicitando firmas de adhesión. El periodista, John Hunter, publicó al día siguiente el resultado del experimento. Hunter pidió la adhesión a 112 personas. Solo una se atrevió a firmarlo; 111 le contestaron que no por miedo a las consecuencias y 20 le preguntaron si era comunista. La primera persona encuestada le respondió: “No logrará que le firme esto, estoy tratando de obtener el certificado de lealtad para ingresar a una función en el Gobierno”. Otro le dijo: “No puedo firmar esto porque soy empleado público”. Un tercero simplemente le recomendó a Hunter: “¡Váyase al diablo con estas porquerías comunistas!”. Uno de los tantos le comentó: “Veo que usa una vieja táctica comunista; pone le nombre de Dios en un petitorio extremista”. Y un mujer, que no soportó leer por entero el documento, le dijo sumamente encolerizada: “¡Quizás sea esta la Declaración de Independencia Rusa, pero no me convencerá de que es la nuestra!”
Interrogatorios de McCarthy
Extracto del interrogatorio secreto de J. McCarthy al músico Aarón Copland:
McCARTHY: ¿Ha sido usted alguna vez comunista? COPLAND: Nunca he sido comunista en el pasado ni ahora. M: ¿Ha sido alguna vez simpatizante del comunismo? C: No estoy seguro de lo que entiende por simpatizante. Por mi idea de la expresión, nunca he pensado en mí como un simpatizante comunista. M: ¿Ha asistido alguna vez a una reunión comunista? C: Lo siento, pero no sé cuál es su definición de reunión comunista. M: Una reunión que, sabía entonces, o sabe ahora, organizaba o patrocinaba el Partido Comunista. C: No, que yo sepa. M: ¿Estuvo alguna vez en una reunión donde una parte importante de los invitados fueran comunistas? C: No que supiera. M: ¿Le pidieron alguna vez que se uniera al Partido Comunista? C: No. M: ¿Nadie le mencionó la posibilidad de que se uniera al Partido Comunista? C: No que recuerde. M: ¿Alguno de sus amigos es comunista? C: No que yo sepa. M: ¿Conoce a algún miembro del Partido Comunista? C: No conozco a ningún miembro del Partido Comunista.
Extracto del interrogatorio secreto de J. McCarthy al escritor Dashiell Hammett:
McCARTHY: ¿Ha escrito alguna vez una historia que no sea de detectives? HAMMETT: Sí, una serie de relatos. M: ¿Alguno de ellos trataba problemas sociales? H: Si, uno de ellos era sobre relaciones entre negros y blancos. M: ¿Era miembro del Partido Comunista cuando lo escribió? H: Me niego a declarar porque la respuesta podía incriminarme. M: ¿El relato reflejaba de alguna manera la línea del Partido Comunista? H: Es difícil decirlo. En cuanto a reflejar, diría que no. Era contra el racismo. M: ¿Reflejaba la línea comunista sobre los problemas raciales? H: (No contesta). M: Perfecto, no quiere contestar. Algo tendrá que esconder.
Denuncias contra comunistas
El 9 de febrero de 1950 el Senador McCarthy, en plena campaña de reelección, dijo en su discurso ante las mujeres republicanas de la ciudad de Wheeling que el tenía la lista con lo nombres de 205 comunistas que prestaban servicio en altos cargos del gobierno de los EEUU, y desde allí moldeaban toda la política exterior estadounidense. Al día siguiente, en otra ciudad, la lista de comunistas cambió: no eran 205, sino 81; al tercer día, en una nueva ciudad de su recorrido, se convirtieron en 57, pero” todos con carnet”. Ante la conmoción que causó su denuncia el Senado se reunió diez días después y, ante él, repite un de las cifras anteriores, 81, pero no aporta los nombres; menos de 24 horas después, el 21 de febrero, ante la Tlevisión, retorna a la cifra inicial, pero afirma que “lamentablemente no puedo conseguir los nombres de esas personas acusadas”. Extractado de SELSER, Gregorio, “McCarthy. La caza de brujas”.
McCarthy intenta demostrar frente al Senado sus denuncias
El 20 de febrero de 1950 McCarthy concurrió ante el Senado a explicar sus denuncias de Wheeling, este es el relato que realizó del hecho un periodista contemporáneo: A la hora señalada apareció McCarthy con un abultado portafolio, que se transformaría en su clásico acompañante. Anunció que había traspasado la “cortina de hierro de secretividad del presidente Truman” y que se proponía presentar a continuación 81 casos sin identificación. La cifra 81 era nueva ¿Qué relación guardaba – preguntó un senador – con los 205 y 57? “No creo haber mencionado la cifra 205 – contestó McCarthy – creo haber dicho más de 200”, pero los 81 que ahora entraban a discutir abarcaban los 57 e incluían 24 casos más. Casos, ¿exactamente de qué?, le preguntaron. “Solo estoy aportando al Senado – dijo – aquellos casos que claramente denotan la existencia de una terminante conexión comunista, personas que ocupan altos cargos de gobierno a las que considero son comunistas”. Pero inmediatamente resultó que no quería se pensara que los 81, en pleno, estaban en ese momento trabajando en el gobierno. “Puedo decir que sé que algunos de estos individuos cuyos casos aporto al Senado ya no trabajan para el gobierno de los EEUU”. Y el Senado se equivocaba si creía que todas las personas nombradas eran comunistas. Algunas, manifestó, no eran comunistas. Parecía chiste o tomadura de pelo. Denunciaba 81 personas que trabajaban en altos cargos de gobierno como comunistas, pero luego explicaba que ni todos trabajaban para el gobierno, ni todos eran comunistas. En verdad, algunos no eran nada. Los casos 15, 27, 37 y 59 sencillamente nunca fueron nombrados, los pasó enteramente por alto. Los casos 21 al 26 solo se identificaban por el hecho de trabajar para una radio liberal. Los casos 1 y 2, y varios otros, solamente trabajaban para las Naciones Unidas. El caso 3 era el mismo que el caso 4, el caso 9 igual al caso 77. El caso 14 reapareció en el caso 41, y se trataba en realidad de un anticomunista tan vigoroso que había sido despedido. Los casos 13 y 78 eran tan solo solicitantes de empleo en el gobierno, o lo habían sido en 1948. Nada se sabía del caso 52, salvo que era subordinado del titular del caso 16, “quien, según indican los ficheros gubernamentales, era uno de los espías comunistas más peligrosos (pero, si estaba en los ficheros indicado como espía comunista, ¿cómo seguía en servicio y no había sido despedido?). Sobre el caso 12, afirmaba que había trabajado en el Departamento de Comercio, pero McCarthy no tenía idea de “dónde está en el día de hoy. Francamente no lo sé” dijo. El caso 62 “no era importante en lo que se refiere a actividades comunistas” El caso 72, señaló McCarthy, era notable por cuanto “representa lo directamente opuesto a los casos que he estado leyendo. No confundan a este hombre con un comunista. Este hombre fue muy altamente recomendado por varios testigos que lo tienen por un alto tipo humano, un Norteamericano Democrático que se opuso al comunismo”. A medida que algún senador le pedían explicaciones, McCarthy se enredaba cada vez más en su confusa, contradictoria y lunática exposición; cada vez más ronco, enrojecido y menos coherente, hablaba acerca de sus estúpidos documentos, desordenadamente desparramados sobre dos escritorios, y tan incomprensibles para él como para los demás senadores. El senador Scott Lucas interrumpió setenta y una veces al orador para que pusiera en claro sus confusas cifras, y lo mismo hizo Brian McMahon en treinta y cuatro ocasiones sin resultado. El periodista finaliza afirmando que “A cuantos habían presenciado la noche del 20 de febrero les había parecido que la única cosa que debía tomarse seriamente respecto a McCarthy era su capacidad para aburrir y dejar exhaustos a sus críticos; se había mostrado no solo deshonesto, sino mentalmente insano. ¿Acaso otra cosa que una rematada insania podía llevar a un hombre en tren de denunciar a 81 comunistas, a decir que uno de esos comunistas representaba un ejemplo importante porque no era comunista?
1. ¿Por qué Mc Carthy sostenía, aunque fuera mentira, que había comunistas infiltrados?
2. Describe cómo eran los interrogatorios y qué objetivos tenía el Comité de Actividades Antinorteamericanas para realizarlos.
3. ¿Se pudieron demostrar las denuncias de Mc Carthy? Justifica.