miércoles, 19 de abril de 2017

Trabajo 4to año

DOCUMENTO 1: Apreciación soviética de la Doctrina Truman y el Plan Marshall. Historia de la Política Exterior de la URSS. 1947

Sirvió de pretexto para intensificar la expansión del imperialismo norteamericano en Europa y proclamara abiertamente una política antisoviética la decisión del Gobierno inglés, tomada en febrero de 1947, de retirar sus tropas de Grecia y cesar el apoyo financiero a los círculos gobernantes reaccionarios de Turquía (...)
El 12 de marzo de 1947, Truman solicitó al Congreso norteamericano (...) prestar urgentemente "ayuda" a Grecia y Turquía (...) No trató siquiera de ocultar el carácter militar de la proyectada "ayuda" ni la aspiración de EE.UU. a instalarse en los países beneficiarios de la misma (...)
El mensaje del presidente norteamericano lleno de calumnias groseras contra los países socialistas, llamaba prácticamente a los EE.UU. a asumir el papel de gendarme mundial, o sea, a intervenir en los asuntos de todas las naciones al lado de la reacción y de la contrarrevolución, contribuyendo a la represión del movimiento liberador de todos los pueblos y oponiéndose abiertamente a la revolución y al desarrollo socialista de los Estados (...)
El carácter antisoviético y antisocialista de la política exterior formulada en la "Doctrina Truman" era evidente desde el principio (...) El Gobierno y la prensa soviética denunciaron enérgicamente la naturaleza imperialista de la "Doctrina Truman". El periódico Pravda señaló en aquellos días que esa "doctrina" significaba una nueva intervención en la vida de otros Estados y que las pretensiones de EE.UU. al papel dirigente de los asuntos internacionales aumentaban al tiempo que crecían las apetencias de los círculos norteamericanos interesados (...) El 5 de junio de 1947, el Secretario de Estado norteamericano George Marshall señaló, al hacer uso de la palabra en la Universidad de Harvard, que la economía de muchos países de Europa se encontraba en una situación penosa y que los EE.UU. deseaban ayudar a su restablecimiento (...) Aquel discurso no contenía datos concretos sobre las proporciones de la ayuda a los países europeos, ni sobre las condiciones en que se concedería. Dejaba oculta, claro está, la verdadera razón de ser del nuevo plan norteamericano (...) Una gran parte de la burguesía de los países europeos, asustada por el crecimiento de las fuerzas del socialismo y de la democracia, aplaudió el discurso. Análoga fue la reacción de los líderes socialistas de derecha (...), pero la Unión Soviética se daba perfectamente cuenta de lo que aquélla significaba en realidad, de cuánto valían las aseveraciones del Gobierno de los EE.UU. respecto a su deseo de ayudar al restablecimiento de los países perjudicados por la guerra. (...) El Gobierno de los EE.UU. se proponía utilizar sus recursos económicos en la posguerra con fines ajenos a una colaboración internacional equitativa (...)
En 1947, Washington (...) quiso asegurar, por medio de la ayuda prometida, la influencia económica, política y militar dominante de los EE.UU. en los países de Europa Occidental, arruinados por la guerra, detener, valiéndose de la intervención, el ascenso del movimiento revolucionario, que se observaba en muchos de esos países, así como aislar a la URSS y hacer retomar a los cauces del desarrollo capitalista a todos los Estados democrático-populares o, por lo menos, algunos de ellos (...)
Los autores del "Plan Marshall" le asignaban desde el primer momento un papel esencial en el restablecimiento del militarismo alemán, como importante elemento del bloque militar que se creaba, bajo la égida de los EE.UU. dirigido contra la URSS y otros países socialistas. (...) El Gobierno soviético hacía ver con insistencia que los objetivos del "Plan Marshall" estaban en pugna con la paz y la independencia de los pueblos (...) Los Gobiernos de los países de democracia popular condenaron a su vez los peligrosos objetivos del imperialismo norteamericano, encubiertos con la apariencia "filantrópica" del "Plan Marshall".

RESPONDE:
1- ¿De qué manera evalúa al Plan Marshall y la doctrina Truman el documento?
2- ¿Según el texto, cuáles son las intenciones norteamericanas de ambos programas?

DOCUMENTO 2: El Plan Marshall

La reconstrucción de Europa se presentaba problemática y las dificultades económicas no permitían la recuperación de un nivel de vida aceptable para la población: el retorno de la paz no significaba el final de las privaciones y de los sacrificios. En los países más trastocados, el trueque y el mercado negro continuaban en plena forma, mientras hacían estragos la sub-alimentación, la criminalidad, la prostitución y la delincuencia juvenil. La inflación y el paro venían a agravar la situación. El invierno de 1946 y 1947, particularmente rigurosos, acentuó la penuria de carbón y artículos alimenticios. Huelgas y manifestaciones se sucedieron en Francia y en Italia mientras que crisis sectoriales ponían en paro a los trabajadores ingleses en febrero de 1947. Solamente los Estados Unidos estaban en condiciones de proveer a Europa no solo de productos alimenticios y productos industriales que necesitaban, sino también la ayuda financiera indispensable para poder pagar estas compras y relanzar la economía
Esta situación de estancamiento económico y conflictividad social dio origen a un ambicioso programa de ayuda estadounidense, el European Recovery Program (ERP) conocido generalmente como Plan Marshall. Su principio inspirador era, pues, la reconstrucción del capitalismo europeo y la salvaguarda de sus sistemas políticos.
La concepción del Plan Marshall respondía a motivos políticos y económicos. Se trataba especialmente de lograr diferentes objetivos a la vez: impedir la amenaza de una recesión de la economía norteamericana, restablecer el circuito normal de intercambios exteriores, obligar a los europeos a armonizar sus esfuerzos por conseguir el restablecimiento de la economía y a unirse para crear un mercado amplio. Se trataba igualmente de oponerse al progreso del comunismo, el desarrollo del cual se creía que era fruto del descontento y de la miseria.

Los intereses altruistas y económicos en el Plan Marshall
El lanzamiento del Plan Marshall fue acompañado del lanzamiento de una campaña propagandística basada en el tema encomiable pero simplista, de la magnanimidad y generosidad de los Estados Unidos... pero detrás de la política de la administración Truman existía la presencia real y condicionante de los intereses del gran capital y de la gran industria. […]
Más allá de los aspectos económicos, el Plan Marshall tuvo importancia en el ámbito geopolítico ya que consolidó la división del continente en dos ámbitos de hegemonías, el uno occidental bajo la tutela de los Estados Unidos y el otro oriental sometida a la influencia de la Unión Soviética. De esta forma contribuiría a la formación de los bloques.

Fuente: Rafael Aracil, El Mundo Actual de la Segunda Guerra Mundial a nuestros días, Publicaciones de la Universitat de Barcelona, Barcelona, 1998. P 63-75

RESPONDE:

3- Extraiga las consecuencias económicas y sociales generadas por el fin de la guerra.
4- Según el autor ¿cuáles eran los objetivos del Plan Marshall?
5- ¿Qué consecuencia política generaron ambos programas norteamericanos para la Guerra Fría?
6- Compare con el documento anterior, ¿coinciden ambos documentos en los objetivos del Plan Marshall? Justifique su respuesta.

lunes, 17 de abril de 2017

Ficha para 4to año

La Doctrina Truman (1947)

Uno de los objetivos fundamentales de la política exterior de Estados Unidos es la creación de condiciones en las cuales nosotros y otras naciones podamos forjar una manera de vivir libre de coacción. Esta fue una de las causas fundamentales de la guerra con Alemania y el Japón. Nuestra victoria se logró sobre países que pretendían imponer su voluntad y su modo de vivir a otras naciones. Para asegurar el desenvolvimiento pacífico de las naciones libres de toda coacción, Estados Unidos ha tomado parte preponderante en las Naciones Unidas. Estas están destinadas a posibilitar el mantenimiento de la libertad y la soberanía de todos sus miembros. Sin embargo, no alcanzaremos nuestros objetivos a menos que estemos dispuestos a ayudar a los pueblos libres a preservar sus instituciones libres y su integridad nacional frente a los movimientos agresivos que tratan de imponerles regímenes totalitarios. Esto es simplemente reconocer con franqueza que los regímenes totalitarios impuestos a los pueblos libres, por agresiones directas o indirectas, socavan los fundamentos de la paz internacional y, por tanto, la seguridad de los Estados Unidos. En la presente etapa de la historia mundial casi todas las naciones deben elegir entre modos alternativos de vida. Con mucha frecuencia, la decisión no suele ser libre. En varios países del mundo, recientemente, se han implantado por la fuerza regímenes totalitarios, contra la voluntad popular. El gobierno de los Estados Unidos ha levantado frecuentes protestas contra las coacciones y las intimidaciones realizadas en Polonia, Rumania y Bulgaria. Debo afirmar también que en otros países han ocurrido hechos semejantes.
Uno de dichos modos de vida se basa en la voluntad de la mayoría y se distingue por la existencia de instituciones libres, un gobierno representativo, elecciones limpias, garantías a la libertad individual, libertad de palabra y religión y el derecho a vivir sin opresión política.
El otro se basa en la voluntad de una minoría impuesta mediante la fuerza a la mayoría. Descansa en el terror y la opresión, en una prensa y radio controladas, en elecciones fraudulentas y en la supresión de las libertades individuales. Creo que la política de los Estados Unidos debe ayudar a los pueblos que luchan contra las minorías armadas o contra las presiones exteriores que intentan sojuzgarlos. Creo que debemos ayudar a los pueblos libres a cumplir sus propios destinos de la forma que ellos mismos decidan. Creo que nuestra ayuda debe ser principalmente económica y financiera, que es esencial para la estabilidad económica y política. El mundo no es estático y el statu quo no es sagrado. Pero no podemos permitir cambios en el statu quo que violen la Carta de las Naciones Unidas por métodos como la coacción o subterfugios como la infiltración política. Ayudando a las naciones libres e independientes a conservar su independencia, Estados Unidos habrá de poner en práctica los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
Basta mirar un mapa para comprender que la supervivencia e integridad de la nación griega tiene gran importancia dentro del marco más amplio de la política mundial. Si Grecia fuera a caer bajo el poder de una minoría armada, el efecto sobre su vecino Turquía, sería inmediato y grave. La confusión y el desorden podrían fácil mente extenderse por todo el Medio Oriente (…).
Si dejáramos de ayudar a Grecia y Turquía en esta hora decisiva, las consecuencias, tanto para Occidente como Oriente, serían de profundo alcance. Debemos proceder resuelta e inmediatamente (…). Por lo tanto, pido al Congreso autorización para ayudar a estos dos países con la cantidad de cuatrocientos millones de dólares durante el período que termina el 30 de junio de 1948. Además de dichos fondos, pido al Congreso que apruebe el envío de personal norteamericano civil y militar, a Grecia y Turquía, a petición de aquellos países, para cooperar en la tarea de la reconstrucción y con el fin de que supervise la utilización de la ayuda financiera y material que lleguen a ser otorgadas (…).
Si vacilamos en nuestra misión de conducción podemos hacer peligrar la paz del mundo y, sin lugar a dudas arriesgaremos el bienestar de nuestra propia nación.

Fuente: Discurso del presidente Truman ante el Congreso de EE.UU., Washington, 12 de marzo de 1947

El Plan Marshall (6 de junio de 1947)

No necesito decirles, señores, que la situación mundial es muy seria (…). Al considerar lo que se precisa para la rehabilitación de Europa, la pérdida física de vida, la destrucción visible de ciudades, factorías, minas y ferrocarriles, fueron correctamente estimadas, pero se ha hecho obvio en los últimos meses que esta destrucción visible era probablemente menos seria que la dislocación de toda la fábrica de la economía europea (…).
La verdad de la cuestión es que las necesidades de Europa para los próximos tres o cuatro años en alimentos y otros productos esenciales procedentes del exterior, principalmente de América, son tan superiores a su presente capacidad de pago, que tienen que recibir una ayuda adicional sustancial o enfrentarse con un deterioro económico, social y político de un carácter muy grave.
El remedio consiste en romper el círculo vicioso y restaurar la confianza de la gente europea en el futuro económico de sus propios países y de Europa como un todo. El fabricante y el granjero a lo largo y ancho de amplias áreas tienen que tener capacidad y voluntad de cambiar sus productos por monedas cuyo valor continuo no esté constantemente en cuestión.
Dejando a un lado el efecto desmoralizador sobre el ancho mundo y las posibilidades de desórdenes resultantes de la desesperación de la gente afectada, las consecuencias para la economía de los Estados Unidos parecen evidentes a todos. Es lógico que los Estados Unidos hagan cuanto esté en su poder para ayudar a volver a una salud económica normal en el mundo, sin la cual no cabe estabilidad política ni paz segura. Nuestra política no va dirigida contra ningún país, ni ninguna doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos. Su objetivo debe ser la vuelta a la vida de una economía operante en el mundo, de forma que permita la aparición de condiciones políticas y sociales en las que puedan existir instituciones libres. Tal ayuda, a mi modo de ver, no debe llevarse a cabo en pedazos a medida que se desarrollen las crisis. Cualquier ayuda que este Gobierno pueda prestar en el futuro debe procurar una cura antes que un simple paliativo.
Cualquier gobierno que esté dispuesto a ayudar en la tarea de la recuperación, encontrará, estoy seguro de ello, plena cooperación por parte del Gobierno de los Estados Unidos. Cualquier gobierno que maniobre para bloquear la recuperación de otros países no puede esperar apoyo de nosotros. Más aún, los gobiernos, partidos políticos o grupos que traten de perpetuar la miseria humana al objeto de aprovecharse de ella políticamente o de otra manera, encontrarán la oposición de los Estados Unidos.
Es ya evidente que, antes de que el Gobierno de los Estados Unidos pueda ir mucho más lejos en sus esfuerzos para aliviar la situación y ayudar a situar al mundo entero en su camino hacia la reconstrucción, tiene que haber algún acuerdo entre los países de Europa en cuanto a lo que requiere la situación y a la parte que estos países mismos tomarán en orden a dar el adecuado efecto a cualquier acción que pueda ser emprendida por este Gobierno. No resultaría ni conveniente ni eficaz para este Gobierno intentar montar unilateralmente un programa encaminado a poner a Europa de pie económicamente. Este es el asunto de los europeos. La iniciativa, pienso yo, tiene que venir de Europa. El papel de este país debe consistir en una ayuda amistosa en la elaboración de un programa europeo y un ulterior apoyo a dicho programa en la medida en que pueda ser práctico para nosotros hacerlo. El programa debería ser un programa combinado, aceptado por un buen número de naciones europeas, si no por todas.
Parte esencial de cualquier acción afortunada por parte de los Estados Unidos es que el pueblo de América comprenda, por su parte. el carácter del problema y los re medios a aplicar. La pasión política y los prejuicios no deben intervenir. Con previsión, y con la voluntad de nuestro pueblo de enfrentarse con la ingente responsabilidad que la historia ha puesto claramente sobre nuestro país, las dificultades que he subrayado pueden ser superadas, y lo serán.

Fuente: Discurso de George Marshall, Universidad de Harvard, 6 de Junio de 1947.



DISTRIBUCIÓN DEL PLAN MARSHALL



1.


Reino Unido


2.826
2.
Francia
2.444,8
3.
Italia
1.315,7
4.
Alemania Occ.
1.297,3
5.
Países Bajos
877,2
6.
Austria
560,8
7.
Belg. Lux.
546,6
8.
Grecia
515,1
9.
Dinamarca
257,4
10.
Noruega
236,7
11.
Turquía
152,5
12.
Irlanda
146,2
13.
Suecia
118,5
14.
Portugal
l60,5
15.
Yugoslavia *
29,0
16.              Islandia                      23,7


Total: 11.398 Millones de dólares



**Yugoslavia no formaba parte del plan Marshall, pero en 1950 la ayuda económica norteamericana se transfirió a través del ECA (Administración De Cooperación Ecomica)
Fuente de los datos de distribución: BOOSSUAT, G.: Plan Marshall”, en AZEMA, J.O.: BESARIDA, F.: 1938-1948 Les annees de tourmente, de Munich a Prague. Dictionarie critique. París, Flamariosn, 1995, p. 229. EN: Aracil, Rafael, Ob. Cit., Página 67.